El dueño del TRI

Seguro y cuasi perfecto. El personaje que celebra y grita sin compañía. Si hay un jugador que debe ser perfecto, ese es el número uno. O  por lo menos debe acercarse a la perfección. Y si existe un número uno azteca, ese es el “Memo” Ochoa.

 

Perseverante y paciente. Supo esperar su oportunidad tras la sombra de Oswaldo Sánchez en el Tri.  Es profesional desde el 2004 cuando en un partido de divisiones inferiores, el holandés Leo Beenhakker se sorprendió con su gran estado físico y su espectacularidad como arquero. El experimentado técnico lo invito a formar parte del primer equipo. Las águilas del América es hasta el momento su único equipo profesional. Opacado en un primer momento por las figuras de Adolfo Ríos y Erick de la Peña, supo ganarse un puesto tras el retiro de Ríos. Paralelamente se robo el titularato de la selección sub 20. Y es así que el 15 de Febrero del 2004 debutaría en el pórtico americanista contra los rayados del Monterrey.

Carrera ascendente en un puesto que implica perfección. Dificultad que expresa la incapacidad del ser humano por llegar a la perfección. Perfección que podría ser alcanzable a través del trabajo y la perseverancia. Y si un arquero desea la perfección es imprescindible no fallar. Para Memo no es imposible esta condición. 

Es así que el 14 de Diciembre del 2005 debutaría en la selección absoluta. Ante la presión de la hinchada americanista y por sus espectaculares actuaciones, el polémico Ricardo Lavolpe decide otorgarle el titularato en un partido frente a Hungría. En una impresionante carrera ascendente, no pararía hasta lograr el titularato del Tri, a la sombra de Oswaldo Sánchez. Es así que ahora es el portero indiscutible del técnico Javier Aguirre y es el llamado a ser la gran figura mexicana en Sudáfrica. Condiciones tiene y para esto deberá frenar los disparos de Ribery, Forlán y Pienaar, sus rivales en la cita mundialistica. Su mejor atajada es poseer el amor de Dulce María, la cantante del fenecido RBD. Órale Memo.